Me resulta muy difícil escribir estas líneas desde un punto de
vista objetivo, debido a que soy un fan del alemán en todos los proyectos que
ha participado, aportando magia con su bella Dean Flying V -Ying Yang signature, pero trataré de ser lo mas honesto y
frío con mi crítica.
A decir verdad se
encuentra en un gran momento, sin los vicios de antaño, con la madurez que dan
los años, pero sobretodo manteniendo el espíritu de la composición,
sonando cada vez mas renovado, dándole otra presentación a la banda -Michael Schenker Temple Of Rock- acompañándolo
en esta ocasión (no sabemos por cuanto tiempo), en la base rítmica los ex Scorpions
Francis
Buchholz en las cuatro cuerdas y Herman Rarebell en la batería; desde
hace mas de diez años cuenta con Wayne Findlay en los teclados y
guitarra rítmica, siendo uno de los músicos que mas ha perdurado al lado del
guitarrista; y la destacada participación
de
Doogie White en las voces (ex Rainbow, ex Praying Mantis, ex Yngwie
Malmsteen, ex Empire, ex Rata Blanca, ex Tank, ex Cornerstone) .
Con esta formación solo nos queda esperar un gran compacto,
y sí que lo es. Desde “In the Midst of Beauty” del 2008 a
la fecha, Schenker no ha parado de sacar grandes álbumes y distintos entre sí,
hasta tocando covers, rodeado siempre de lo mejorcito del Hard Rock Europeo.
Ahora nos toca hablar del “Spirit On a Mission” del
2015, una producción muy cuidada en la
que el músico siempre ha sido muy exigente en los detalles del sonido, como en
toda su carrera una virtuosidad depurada, dando cátedra en cómo combinar técnica
y feeling, sin aburrir al escucha, cosa que algunos guitarristas muy técnicos no
lo entienden.
El disco abre con “Live
and Let Live” con buen gancho y un estribillo muy pegadizo, con Doogie
White integrándose muy bien a la banda. “Communion”
y “Vigilante Man” nos hace recordar a
la etapa del guitarrista allá por los 80, con White incorporando su técnica vocal
a las canciones, que engancha a la primera; “Rock
City” y “Restless Heart” son las power-metaleras del álbum junto con “Something Of The Night” lo mejor del álbum,
incesante doble bombo, coros melódicos, típicos del estilo y un Schenker inspirado
en alguna carrera de autos o fórmula 1, donde la velocidad prima por sobre todo,
con solos de guitarra magistrales, demostrando el porqué es considerado de los
mejores dominando el mástil de las seis cuerdas.
“Bulletproof” continua con el power
añadiendo en el intermedio del tema, un arreglo de guitarra acústica que cae
perfecto, dándole mas forma a la canción. “Saviour
Machine” y “All Our Yesterday´s”
llegan para poner las cosas en su sitio ante tanta celeridad. “Let The Devil Scream” el punto mas bajo
del disco, transmite poco, tema prescindible dentro de su discografía, luego
viene “Good Times” para enganchar nuevamente al
escucha, con gran solo del alemán, para cerrarlo con “Wicked” donde White demuestra su gran voz.
Uno de los grandes adversarios que ha tenido el alemán a lo
largo de su carrera fue su poca estabilidad en los proyectos en que formaba
parte, motivo que colaboró al poco reconocimiento. Recuerdo haber leído en una
entrevista a Michael, que cuando empezaron en el mundo de la música, su hermano
mayor (Rudolf Schenker guitarrista y líder de la banda alemana Scorpions) quería
formar una banda para que sea la mas grande del mundo, llevarse todos los
flashes (y quizá lo logró), y lo que él buscaba, era ser el mejor guitarrista,
por ello emprendió rumbo con su propia banda, para escribir su propia historia,
y no poner por delante factores comerciales que limiten su libertad creativa, a
pesar de que mantienen una excelente relación.
Junto con Ritchie Blackmore deben ser los guitarristas mas importantes
e influyentes del hard rock, con el don
de convertir en oro, todo disco en el que tocan.
Michael Schenker (Guitar)
Doogie White (Vocals)
Francis Buchholz (Bass)
Wayne Findlay (Keyboards and Guitar)
Herman Rarebell (Drums)
Michael Schenker (Guitar)
Doogie White (Vocals)
Francis Buchholz (Bass)
Wayne Findlay (Keyboards and Guitar)
Herman Rarebell (Drums)